Educar al gato: premios o castigos

Educar al gato: premios o castigos

Aprendizaje
El aprendizaje es el cambio de comportamiento como resultado de la experiencia. Se trata de una característica común a muchos seres vivos, incluido el gato. Más concretamente, es la capacidad de comprender cómo se relacionan los acontecimientos entre sí y cómo aprender de ellos. Durante el embarazo, el gato ya descubre y aprende nueva información sobre el mundo exterior gracias a los órganos sensoriales. Durante el crecimiento, el gatito, al igual que los niños, pasa por momentos particulares del desarrollo del sistema nervioso llamados periodos sensibles. Todo lo que el pequeño felino descubre, especialmente durante los tres primeros meses de vida, enriquece su "base de datos" individual. Objetos, ruidos, olores, personas, otros gatos, perros y muchas otras cosas son examinadas por el gatito y memorizadas para que no les tenga miedo en el futuro. El papel educativo de la madre es esencial para conseguir todo esto. El pequeño debe ser capaz de gestionar sus emociones durante el crecimiento para aprovechar al máximo su potencial de aprendizaje. El aprendizaje sólo tiene lugar cuando las emociones se perciben con una intensidad "media". Los gatos son capaces de aprender durante toda la vida, incluso en la vejez.

Educar al gato
Según el diccionario, educar deriva del latín ex - ducere, que significa sacar o dejar salir. El proceso educativo desarrolla y perfecciona las habilidades del individuo teniendo en cuenta el carácter de cada sujeto. Es un camino que pretende hacer aparecer algo que está "oculto". Educar no significa transformar al gato como quieren los padres de la mascota o eliminar lo que no les gusta, sino acompañar al pequeño felino en su crecimiento haciendo aflorar plenamente su personalidad. A menudo se nos induce a pensar que un gato educado es un animal tranquilo, pacífico, que no nos molesta mientras trabajamos o descansamos, se deja acariciar cuando queremos o juega si tenemos tiempo libre para dedicarle. Yo suelo decir que ¡ésta es la descripción de un "peluche"!

Enseñar a tu gato: Premios y castigos
El castigo consiste en la aparición de un estímulo que provoque dolor (como levantar la voz, abofetear, aislar al gatito) y que genere emociones negativas relacionadas con ese miedo, no sólo dificulta el aprendizaje sino que puede facilitar la aparición de conductas agresivas como medio de comunicación para el gato. Los castigos también favorecen el nacimiento de una relación conflictiva. En el entorno familiar, el gato es considerado como un hijo y sigue el ejemplo de la familia humana. El pequeño felino aprende a utilizar la "fuerza" para resolver los problemas. No es posible identificar un umbral por debajo del cual el castigo pueda declararse tolerable. La violencia es siempre y en todo caso inaceptable y afectará al derecho del sujeto a que se respete su integridad física y mental. Los animales no sólo son seres sintientes, sino también sujetos de pleno derecho y deben ser respetados como tales, evitando el uso de la violencia, que no puede considerarse una forma aceptable de educación. En cambio, la educación basada en el refuerzo positivo permite un aprendizaje más rápido y sencillo. Una mirada, una caricia, un tono de voz "dulce" o una golosina son premios que favorecen el aprendizaje. Esto es lo que hay que hacer:
  • Es aconsejable centrar tu atención en las cosas que el gatito hace bien más que en las que hace mal.
  • Elogia y gratifica al gatito cuando se porte bien.
  • Cuando el gatito haga algo mal, los miembros de la familia pueden exclamar "Vamos... ¡¿qué estás haciendo?!" y ofrecerle una alternativa viable.
Por ejemplo, si no queremos que el pequeño orine en nuestro sofá favorito, es necesario colocar un rascador cerca del sofá para que el animal pueda expresar sus características naturales sin dañar los muebles. O, en el caso de que el gato salte sobre la mesa para observar de cerca lo que ocurre durante las comidas, podemos ofrecerle que se siente en un taburete alto.